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Entrevista con el líder de Jethro Tull; Ian Anderson
Por Daniel Amiano

Más allá de las etiquetas. A los 56 años, las inquietudes del flautista exceden el ámbito del rock y abarcan los problemas internacionales de la actualidad.

Ian Anderson estaba, ayer, más descansado luego del primer show de Jethro Tull en Buenos Aires, anteanoche. Un show que, dice, ha tenido como siempre sus buenos y malos momentos. Aun así confiesa que le encanta tocar en vivo. Pero, aclara: "No se trata exactamente de disfrutar. No es algo saludable. Tiene que ver más con una obsesión".

-En el concierto recordaste que Jethro Tull ganó un Grammy, en 1998, como banda de heavy metal. Y que, en los 70, eran considerados folk rock, ¿te molestan las categorías?

-Son necesarias. Si vas a un supermercado y querés tomates, tenés que ir donde dice Frutas y Verduras. Pero Jethro Tull puede estar en muchas. Podría ser art rock, hard rock, soft rock, folk rock, classic rock o rock progresivo.

-¿Cuál preferís?

-Grupo de hombres grandes con un flauta.

-Esa no es una categoría

-Sí, y no hay muchos, lo que haría fácil encontrarnos. Puede estar también la Orquesta Sinfónica de Londres (risas).

-Es que no han surgido muchos flautistas en el rock.

-No, es cierto y creo que soy el único conocido internacionalmente. Es raro, porque hay tantos jóvenes que tocan la guitarra, quieren ser como los que ven en MTV y ganar millones de dólares. Habiendo tantos, es raro que no busquen por otro lado y que, viéndome a mí, no hayan intentado con la flauta. Podrían pensar que tengo 56 años y que, en una década, podrían ocupar mi lugar. Pero se ve que es difícil integrar la flauta con el rock, parece que soy casi el único que le encontró la vuelta.

-Quizás es difícil hacerlo sin que suene a Jethro Tull.

-Sí, quizá temen a la obvia comparación. Pero hay flauta en casi toda clase de música y de pueblos. Es muy antigua, casi como el tambor, probablemente sea el segundo instrumento en ser creado, debe de tener 20 mil años y, con certeza, 10 mil. La encontrás en casi todas las culturas, surgida en distintos grupos humanos, sin contacto entre ellos. Aparece en la India, donde Krishna toca la flauta, está el flautista de Hamelin; el dios griego Pan; en América los dioses tocan flautas y, a miles de kilómetros y años de ello, en 1968, en el Marquee de Londres, sin saber nada de eso, yo tocaba la flauta.

-"Thick as a Brick" fue una burla a los álbumes conceptuales. Pero "Aqualung" es considerado un disco sobre las religiones.

-Hay tres o cuatro canciones que tienen que ver con la religión y con los conflictos que, como adolescente, veía al haber sido educado en el cristianismo. Cuestionaba que a lo largo de la historia las religiones estuvieron relacionadas con muertes, torturas e intolerancia. Lo ves entre protestantes y católicos en Irlanda y ahora con los elementos extremistas en la fe islámica. No hay, en otras creencias, esta idea de atacantes suicidas, que es muy peligrosa. Pero no hay nada que nosotros podamos hacer. No podemos decirles a los musulmanes lo que tienen que hacer. La solución tiene que venir desde adentro de la sociedad islámica. Y no quiero ni empezar a hablar de Bush o Blair. Porque puedo entender el odio que hay hacia Estados Unidos, que posiblemente comenzó con las bombas sobre Japón, ese momento en que se convirtieron en un poder agresivo y mundial. Pero cuando estás ahí, te das cuenta de que los norteamericanos no se merecen eso. Son buena gente, y se merecen líderes con cerebro. No como Bush y Rumsfeld, que son gente peligrosa. Pero, sobre todo, creo que es tiempo de pensar en cómo educamos a nuestros hijos, si bien aquí nadie enseña a ser un atacante suicida quizá sí les enseñamos a ser intolerantes. Mucha gente en Estados Unidos e Inglaterra no vota, cree que toda la política es corrupta y, con una actitud un tanto haragana, se desentiende. Pero queremos imponerle la democracia a otros. Sé que vienen tiempos difíciles y que llevará 50 años lograr que las cosas mejoren, y no va a resultar de mandar más tropas aquí o allá. Por el mundo yo trato con todo tipo de gente y son todos iguales. Estoy haciendo una canción sobre eso, "Drink from the Same World", porque aunque odiemos al vecino ambos tenemos que beber de la misma agua. -Adriana Franco-

Una banda con la vitalidad intacta

Recital de Jethro Tull, banda integrada por Ian Anderson (voz, flauta travesera, mandolín, armónica), Martin Barre (guitarra), Doanne Perry (batería, percusión), Andrew Giddings (teclados) y Jonathan Noyce (bajo). En el teatro Gran Rex. Hoy, última función, a las 22. Nuetra opinión: muy bueno

Martes, diez y media de la noche. El Gran Rex está lleno. Y eso no es nada: durante la espera uno podía enterarse de que las entradas para los dos conciertos siguientes (anoche y hoy) ya estaban agotadas. ¿Es que canta algún ídolo teenager? ¿Un personaje de la televisión que se gana unos pesos extras? No, nada que ver. Es más: el protagonista de la noche tiene casi 57 años y en febrero cumplió 36 al frente de la banda. Dicho sea de paso, se trata de Jethro Tull, una de las propuestas más particulares que dio el rock progresivo, tanto en la voz de su mentor como en el sonido de su flauta travesera y en la inclusión de la música folk escocesa fundidos con la guitarra rockera y una base potente.

Perdonado

Parece que, finalmente, el rock progresivo fue perdonado por sus pecados y hoy recuperó un lugar distinguido ante la platea, donde no sólo se ven canas o, directamente, la ausencia de cabello. Muchos adolescentes y jóvenes acompañan a sus padres o tíos, o simplemente llegan solos. Y también se quedan con la boca abierta. "¡Cuánta música que hay!", comenta alguien por ahí.

¿De qué se trata? De un listado de temas clásicos, que son muchos, sobre todo de la primera década de la banda. Vale decir: "Living in the Past", "Beggar´s Farm", "A Christmas Song", "Bourée", "Mother Goose", "Song From the Wood", "Too Old To Rock `n´ Roll...", "Aqualung", "Locomotive Breath" y siguen las firmas, a cargo de esta suerte de juglar histriónico que juguetea entre dos columnas musicales. Una, la de su compañero de ruta de muchos años, Martin Barre, que con su guitarra se ocupa de rockear y controlar la intensidad, y otra, la de Doane Perry, un baterista de lujo que juega con los climas como si tocara un instrumento armónico. El bajo de Noyce hace de nexo y las teclas de Giddings complementan melodías y contrapuntos.

El Jethro Tull de hoy se muestra nuevamente vital. Con más años y menos aire, es cierto, pero con sus particularidades intactas. No es por casualidad o suerte que una banda permanece activa y en forma después de tantos años y tantas modas y tantos nuevos nombres.

Es cierto que hay un puñado de buenas canciones. Y que hay buenos músicos. Y que Anderson es un seductor simpático y hábil. Pero también hay una alegría que se advierte sin esfuerzo y una vitalidad que contagia fácilmente. Parece que, simplemente, disfrutan hacer música.

Amiano / www.rock.com.mx / 2004